(379 palabras) En el trabajo de A.S. El Bronze Horseman Petersburg de Pushkin está representado en ambos lados. Por un lado, el autor admira la belleza y la grandeza de la nueva ciudad, su singularidad. Y por el otro, refleja la arquitectura muerta de Petrogrado, muestra la insidia de sus elementos. Sea como fuere, el famoso crítico Belinsky señaló que el verdadero héroe del libro de Pushkin es precisamente la ciudad.
La capital a través de los ojos de Pushkin es una ciudad para caballeros, pero no para la gente. La riqueza de la decoración de las calles centrales, las hermosas fincas y los castillos: todo esto es propiedad de la élite, que sobrevivió tranquilamente a la inundación. Pero la gente común, que no tenía torres ni balcones, se convirtió en una víctima de la ira del Neva, vestida con una túnica apretada de piedra. El autor demuestra la antítesis: primero, elogia a Pedro y su creación, y luego muestra la indiferencia y la frialdad de este gobernante en relación con el dolor y el sufrimiento del hombrecillo. El duro clima de estos lugares y los corazones pedregosos de las autoridades determinaron el triste destino de los habitantes de San Petersburgo. Además, los eventos descritos por el autor dejaron en claro que los elementos del norte permanecieron sin conquistar. Neva rompe y destruye la armadura de la ciudad, recordando la antigua libertad de sus aguas. Pero su ira se estrelló contra la inexpugnable "insensibilidad" de la gente del pueblo. Las autoridades ya están entrando en los restos de casas y cadáveres de cementerios borrosos. La ciudad vuelve rápidamente a sus sentidos y no da una sola pizca de confusión. Las víctimas de la tragedia se olvidan rápidamente, se limpian las calles y la vida continúa. Entonces el poeta mostró la helada indiferencia de una gran ciudad hacia la gente pequeña.
La historia de la construcción de la capital explica este fenómeno. El poeta se sorprende de que en solo cien años el pantano se haya convertido en una gran cantidad de edificios, donde funcionaba un hermoso puerto, donde se desarrolló la flota rusa. Y el lector involuntariamente piensa en el precio de esta conquista: ¿cuántas personas comunes murieron al construir puentes y palacios, avenidas e instalaciones portuarias? El ritmo rápido se debe al hecho de que nadie contó el dinero y los trabajadores enterrados bajo pilas potentes y vigas largas, en las que se celebró el triunfo del urbanista Peter. La ciudad desde el principio exigió sacrificios y una vez más recolectó una cosecha sangrienta en la inundación. Pero no era la primera vez que los residentes locales tenían que decorar el altar con nuevas víctimas, por lo que no detuvieron el ritmo habitual de la vida para honrar el recuerdo de los caídos en la lucha contra los elementos.
Por lo tanto, el poeta logró capturar la imagen única de San Petersburgo: la ciudad del norte con una expresión impasible de calma helada, que no puede ser sacudida por ninguna calamidad. Su fría belleza cautiva sus ojos, el poder intoxica, pero detrás de toda esta magnificencia cegadora se encuentra un lado feo y equivocado: la tragedia de un hombre pequeño en una gran ciudad construida sobre sus huesos.